Por favor, no te alejes de esta
página de cristal, quédate conmigo hasta que el hastió otoñal me diga con el
quejido de sus hojas secas, que es suficiente. Quédate conmigo hasta que mi
corazón se quede vacío de ti.
Quiero decirte tantas cosas esta
noche, susurrarte tanto amor al oído, que me parecería injusto que te fueras y
me dejases solo en un momento así.
Escucha como afuera, la borrasca
azota los ventanales con su viento infernal, dejándolos empapados de lágrimas y
sentimientos encontrados. Por favor no te vayas, sí te marchas ahora, lo único
que lograrás, será inundarte de lluvia poco consecuente y que yo, no logre
escribir todo lo que tengo que contarte.
No te marches de estas líneas y deja
abrir mi alma en dos, para que la sabiduría de muchas almas acumulada en ella,
corra como savia de araucaria por nuestras ramas y que su vitalidad fortalezca
nuestras experiencias pasadas.
Deja que las teclas virtuales de mi
iPad se rebosen en los restos de chocolate adheridos a las yemas de mis dedos.
Permite que mis letras recorran cada centímetro cuadrado de tu piel, que mis
recuerdos cabalguen por ese desierto florido que se estremece y vibra, con cada
coma y punto seguido, con cada caricia pensada, con esos sentimientos entre
comillas de tantos momentos amados.
Si te marchas voy a dejar de sentir
diferente, voy a volver a ser el que era hasta antes de que aparecieras en mi
vida y yo…no quiero eso para mí. Quiero por ejemplo, seguir viendo la grandeza
del espíritu de amor latiendo en los pétalos de la margarita, escuchar el trino
de los ríos jugando entre las rocas, soñar que te sueño llegando a mi orilla
como una ola que me inunda, que me seca, me llena de vida y a la vez me mata.
Por las noches… no quiero dejar de orar por aquellos sagrados besos que nos
fundieron en labios pecadores, por la calidez de tus senos, que como duna de
desierto me invitaban a bailar en su arena.
Como ves, tengo tantas cosas que
contarte, así que por favor no te vayas.
Lo siento, pero me tengo que ir dices
tú; por favor no te marches ruego yo. Afuera está muy helado y llueve tanto que
puedes atrapar un resfrío. Quiero que te quedes un momento más conmigo, por lo
menos, hasta que cese el temporal. Tengo tanto amor que darte, tantos besos
olvidados en los cajones de mi escritorio, que te sorprendería las veces que te
he amado a puño y letra, las veces que he plantado pensamientos de estar a tu
lado en la maceta de la ventana, las veces que mis ríos por ti han llegado a
mar profundo.
Un sentimiento de amor repentino, de
golondrina en vuelo, de tierra que quiere ser fecundada, se aloja en su
garganta y se apodera de ella. Inesperada e insolentemente y con la elegancia
que solo tiene el vaivén de las hojas en otoño, se desabrochaba lentamente su
blusa. Bajaba la cremallera de sus desteñidos vaqueros dejando entrever parte
de su flor cubierta en sacros velos. Se recostaba sobre el lecho que sería
testigo fiel de su entrega total, mientras que su exuberante silueta dibujada
en la pared, se fundía entre sombras lujuriosas y los sentimientos enajenados
de él. Totalmente desnuda y con los brazos abiertos le insinuaba su deseo, su
pasión.
Entre asombrado y alienado, se
lanzaba sobre ella y la llenaba de besos y caricias. Perdido entre chispazos de
razón y delirio, le susurraba sutilmente miles de palabras amorosas a sus
oídos. Como por ejemplo… que mientras oliera su delicado aroma a jazmín
escondido entre su piel y la almohada, sintiera la frescura de su larga
cabellera descansando sobre su pecho y sus piernas con las de ella, como hiedra
entre sabanas enredadas… jamás nunca se sentiría solo.
¡Porque a los recuerdos de un gran
amor, que alegre danzan entre sagrados velos, solo en estado de locura, nos
adentra el alma al cielo! (Fransel)
Foto tomada de la plataforma de gas Åsgard B, mar del norte offshore ( costas afuera) Noruega
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