Sucede que a veces, las adversidades de la vida nos desnudan de
nuestras hojas. Esas hojas que hemos amado, cuidado durante muchos años. Como
la partida de un ser querido, el termino de un amor profundo, bienes materiales
que costaron esfuerzo y sacrificio. La salud debilitada por alguna
enfermedad, en fin, y tantas otras hojas.
Lo arrecho de la tormenta, hace que olvidemos contemplar a
la madre naturaleza para buscar alguna respuesta a nuestros
infortunios. Siempre después de un duro invierno viene una colorida primavera,
después de cada lluvia nace un sol más esplendoroso que nunca. Nada es eterno,
ni la felicidad ni la tristeza son duraderas, hasta la misma tierra no
escapará algún día a estos procesos evolutivos.
Es importante vislumbrar en el horizonte nuestro futuro, que
haremos con lo que nos queda de vida y no, quedarnos desnudos para
siempre, sin nada bueno que aportar al mundo, sintiendo compasión por nosotros
mismos. Hay que levantarse, salir del hoyo en que nos encontramos y
formar parte del carnaval de la vida. Ser parte de esa explosión de colores y
sonrisas alegres que nos invitan a cambiar nuestra disposición mental. Estamos
dotados con un mar inmenso de aptitudes para ser felices mientras
tengamos un soplo de vida. (Fransel)
Arboles en otoño - Fløyen - Bergen
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