miércoles, 20 de noviembre de 2013

Amor libre y silente










Cuando mi alma le dijo lo que sentía, se quedó  por un momento silenciosa y pensante; se paró de la silla y se distanció de mí. Con sus brazos apoyados sobre la barandilla de la terraza y una copa de vino entre sus manos, embelesada observó la puesta del sol a lo lejos en el horizonte marino.

-Nos habíamos  conocido solo unos días atrás en el pub de la playa, una noche estival, entre luces de neón, baladas, piel salada y copas de vino escarlata como sus sensuales labios -   

Después de un largo lapso de tiempo y vestida con luz de luna, regresó a mi lado. Brindamos por las casualidades del destino y por los bellos momentos, hasta ahora juntos compartidos.

Amparada en mi regazo y con la determinación reflejada en su mirada, me abrazó suavemente, y en un beso intenso y profundo,  se fundieron nuestros deseosos labios. Sutilmente delicada arrimó su mejilla sobre mi pecho y con nuestras manos entrelazadas, me invitó a recorrer su cuerpo palmo a palmo, para amarnos a fuego lento.

Entre copas de vino y a lumbre de vela bajo un plácido cielo estrellado, hablamos de libros leídos, sueños, canciones y poemas. Charlamos  del amor, de ese que no encarcela, de ese que ama y deja ser, de ese que desarrolla y fortalece en tiempos de pena, de ese de alas grandes que vuela libre y silente por un cielo sin tabúes y sin fronteras.

Al amanecer intenté abrazarla, pero ya no estaba a mi lado, solo una nota colgando de la mesita de noche que decía: “Nunca te olvidaré. Gracias por haber fortalecido mis alas. Besos amados”
Había levantado vuelo a otros cielos, llevando su preciada libertad atada a su corazón y centelleando en su largo pelo. 
 (Fransel)


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