Gracias por
hacer más agradable mis días, acortar las horas, los minutos con tu compañía; por
todas esas noches de desvelos escuchando las tontas historias de mi vida, arrimada a mi corazón.
Solo sé que cada vez, que te arrullo entre mis
brazos y siento esos latidos vibrantes dentro de tu piel canela, me llevas a
bosques secretos, donde solo las musas danzantes, tú sensual figura y yo, somos
uno por siempre.
Gracias por
tu paciencia infinita, porque nunca pides nada a cambio. Por ese silencio de
apoyo que intuye muy bien que algo en mi, mal anda; por esas cosas que son tan
pero tan tuyas, como cuando para no herirme, solo callas.
Admito que
no he sido un hombre leal y sincero, de esos que por querer ser santo, han
vivido una vida llena de tentación y espanto. Pero dime tú, no puedes negar que
es en los tiempos de crisis, cuando más me aferro a ti, cuando más te deseo,
cuando más quiero.
Solo puedo decir que me encanta interpretar en
versos, las señales musicales de tus delicadas curvas. Esas que nacen de tu
cuerpo cuando sientes el calor de mis manos acariciándote toda, palpitando los dos al compás de la misma canción. Sintiendo
todos tus océanos tan míos, así como yo siento mi barco tan tuyo, navegando entre
los mares melódicos de tu voz.
Gracias por
ser así como eres… guitarra mía. (Fransel)
Foto tomada una mañana estival, en Cabo Roig - Orihuela de la Costa
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