Hay momentos en la vida que son raros, que calan hondo y tienden a
cubrir el corazón con una escarcha lenta y anticipada. Momentos extraños,
especialmente cuando nos invade un sentimiento de pertenencia, de un echar de
menos a nuestra añorada tierra, y gratos momentos compartidos con aquellos
amigos que lo fueron de casi toda una vida, o por lo menos, durante el tiempo
que se vivió en ella; hasta antes de marcharse al extranjero.
Es verdad, hay momentos que son como las mañanas mustias y nos cubren
con un halo de niebla madrugadora y densa, el brillo de cordialidad reflejado
en nuestros ojos. Momentos cuando el alma se estremece al sentir un corazón que
ayer fue afable y cálido, convertido en uno solitario y frio. En un corazón
hambriento de amistad, perdido entre tanta gente que apresurada, por las
mojadas calles va caminando. Gente diversa, gente de pelo rubio y ojos claros,
asiáticos y africanos. Gente que habla un idioma distinto, gente con
culturas diferentes, pero en el fondo… gente igual a nosotros, gente que
quizá también, tiene momentos raros y esta extrañando. (Fransel)
Escarchas sobre el pasto y rocas - Fløyen - Bergen
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