¿Recuerdas aquella noche de tormenta? Cuando la lluvia azotaba los cristales y el viento desencadenado, corría entre las hojas de los eucaliptos silbando nuestra canción de amor preferida.
Aquella noche cuando tu y yo, echados sobre la alfombra junto al calor de la chimenea y fundidos en un abrazo que soñaba a ser eterno, tus labios sedientos de amor palpitando en mis oídos me insinuaban que te hiciera mía. Mía porque tu cuerpo era brasa de leña encendida, y tu piel, laderas de montañas florecidas, deseando con vehemencia aquel caudal de sentimientos de mi rio profundo para inundar tu tierra fértil.
¿Dime
tú, que nos paso? ¿A dónde se nos fue el amor?
¡Mira
mi amor… creo que el amor no se ha ido a ninguna parte. Yo te sigo queriendo
igual que antes y yo sé, que tú también lo haces. Lo que pasa, es que con el
transcurso del tiempo, mis deseos ya no son tan vehementes porque mi tierra ya
no es muy fértil. Además no puedes negar… que el caudal de tu rio ha disminuido bastante, y tampoco, es tan, tan profundo como antes! (Fransel)
Arroyo del Fløyen -Bergen - Noruega
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