Lo llamaban el loco del barrio. Porque no tenía amigos y siempre andaba
vagando solo por las calles de la ciudad. Las etiquetas de los chismes
mal intencionados que habían pegado a la espalda del pobre, eran cosas
estúpidas y anormales, pero cosas hechas por personas consideradas
normales.
Claro,
nadie tiene esa confianza en sí mismo y la autoestima suficientemente fuerte,
como para hablar de prejuicios, aclarar mal entendidos y darse tiempo para
conocer idiotas que no se sabe cómo van a reaccionar en determinado momento.
Se
vestía como la gente normal, llevaba zapatos como la gente normal, usaba
aromados perfumes como la gente normal. Tenía un trabajo donde ganaba más que
la gente normal, sin embargo los normales de su pueblo, lo consideraban loco,
raro, asocial. Afortunadamente, lo que el corazón no sabe, no hace daño dice la
gente.
Nunca
había hecho nada malo como para crear temor a su alrededor, ni tampoco nada
bueno como para contarlo, pero eso, son cosas personales, cosas que también
hacen los normales.
Pero
pensándolo bien, yo que bien lo conocía, algo raro este loco tenia. Los fines
de semana cuando estaba libre, le gustaba escribir versos y jugar a ser
poeta, componía canciones románticas con su guitarra. Interpretaba muy bien la
sublimidad del cielo escondida detrás de una sonrisa y de una tierna mirada. Le
gustaba caminar entre el verdor del bosque, leer libros. Amaba a la madre
naturaleza porque eso lo acercaba más a Dios, más a su esencia.
Creo que
los normales siempre tuvieron razón, en estos tiempos de poco tiempo, de
conquistas amorosas y materiales, consumismo y superación, nadie que se
considere cuerdo, anda por ahí vagando, contemplando la naturaleza y
reflexionando. Componiendo canciones romanticas con guitarra y menos, mucho
menos… ¡buscando esa esencia perdida para reencontrarse con DIOS!
(Fransel)
Barrios pintorescos de La Parte Alta de Coquimbo - Chile. ( Fotos tomadas por la Sra. Pinina Beck)
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