Y mi corazón hinchado de amor, explotó en un cielo de arcoíris, dejando teñida su piel de
sentimientos, mientras un caudal de pasión recorría sus fogosas laderas.
En un beso lento
y satisfecho, susurra suavemente con cansado aliento, que había llegado el preciso
momento. Ese que toda mujer anhela. Me vuelve a besar intensamente y apretando
fuertemente mi mano, se aparta y espera. Espera que la lluvia sagrada fecunde
la tierra, que el fulgor de estrellas anidado en su vientre, sea uno con la
simiente. (Fransel)
No hay comentarios:
Publicar un comentario