viernes, 17 de enero de 2014

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Somos como el día y la noche, como la tierra y el cielo, como el agua y el fuego. Somos la risa y el llanto, la alegría y la pena. Somos el amor y el odio, las causas malas y también… las buenas.

Somos el amanecer de pensamientos que inunda el corazón de alegría, y la oscuridad de los actos que llena el alma de pena. La fuente de agua cristalina que fluye de un manantial eterno y calma la sed de odio, como también, la ardiente lava de emociones que arrasa la tierra fértil.

Somos esa lucha eterna, entre sentimientos buenos y de los otros; la tempestad y la calma. Somos el amor  desbordado de la madre que consuela y la ignorancia violenta que la sabiduría condena. Somos espíritu y mente, somos cuerpo y actos. Somos la reacción que destierra al alma y somos… un alma buena.

El camino hacia el desarrollo está lleno de espinas y piedras, como también de blanca arena. La elección es libre y nadie condena. La luminosidad de nuestras intenciones siempre se reflejará en una luna llena. Nada está oculto y nada se esconde, somos el árbol y la simiente durmiendo bajo tierra.

Somos el trino de las aves en la quietud del bosque y también… el furioso rugido del león herido. Somos la paz y la guerra. Somos el pan fresco sobre la mesa y las migajas  esparcidas por  el suelo. Somos isla y continente. Somos el que juzga y es juzgado, el que une y segrega.

Y cuando a nuestro último anden lleguemos, después de una vida haber vivido; ya no podremos desandar lo caminado, para reparar daños infligidos. Solo se tendrá que aceptar con humildad y esperanza los designios del cielo.
La balanza de la vida pesará nuestros actos; nuestras acciones malas y también… las buenas intenciones.
Porque eso es, lo que hasta ahora somos y hemos sido; un mar de pensamientos negros y también positivos. Sol y lluvia, risa y llanto, agua y fuego, alegría y desencanto.
Y cuando al final de nuestro viaje vislumbremos, campos de consciencia siempre florecidos y otros eternamente desolados, entonces cuenta nos daremos… que aquel que en esta vida crucifica, también es crucificado.  (Fransel)

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