jueves, 16 de enero de 2014

Un día de esos, sin sol y nublado





En la soledad huraña de mi aposento, esperando escondido entre  telarañas de olvido, acecho paciente a que pases por mi vereda, para atraparte entre mis brazos ninfa esquiva. Para saborearte a besos y recorrer contigo al hombro las verticales paredes de este cuarto.
Tal vez tenga la gran suerte de llegar al cielo y así, recuperar el resplandor perdido de mi buena estrella, para dar lumbre a los senderos de espanto, por donde camina mi corazón herido, desde que se fue esa, esa a la que quise tanto.  (Fransel)

1 comentario: