Nosotros los inmigrantes

Somos gotas de agua que conforman el caudal de los ríos de diversidad, que emigran a otros países en busca de un futuro mejor. Porque el país que nos vio nacer, ya no nos proporciona seguridad, buenas perspectivas académicas, o bien, carece de las herramientas necesarias como para proporcionar trabajo a todos sus habitantes.

Muchos de nosotros llegamos a un país extranjero, con un montón de dudas e incertidumbres en la cabeza, con el peso de la responsabilidad de una familia, que tiene esperanzado su sustento a través de nuestro esfuerzo.

Los desafíos son grandes, especialmente cuando se piensa que hay que aprender un idioma nuevo, encontrar un trabajo, adaptarse a climas helados distintos a los acostumbrados.

Emigrar, implica alejarse de nuestros seres queridos, familia y amigos, seres donde siempre encontramos apoyo en momentos difíciles. Alejarse de lugares impregnados de recuerdos y hermosas vivencias.

Llegamos a un país nuevo, donde muchos nativos nos harán sentir bienvenidos, mientras que otros pocos, nos considerarán como una presunta amenaza para el bienestar social.

Solo sé que todos nosotros los inmigrantes, llegamos a otro país, con un corazón inundado de ilusiones y laboriosidad. Con ganas de poner a prueba nuestro potencial, para lograr metas y objetivos a través de un trabajo digno, que nos haga sentir personas útiles ante la sociedad.

Con el paso del tiempo, nuestra diversidad enriquece al país de acogida, por que aportamos con mucho cariño y orgullo cosas nuevas a los autóctonos; como comidas, condimentos, música, bailes, idioma, frutas y verduras desconocidas, vestimentas etc.

Tendrá que llegar el día que la globalización de la diversidad, unifique la naturaleza de nuestros corazones.

El día que todos seamos uno y entendamos, que cada gota del caudal de estos ríos, es necesaria para llenar  los mares de Dios. (Fransel)